Escribiendo en tiempos de ChatGPT
Una reflexión sobre las oportunidades y riesgos que implica.
La Travesía de hoy la escribe Mariana Costa, co-founder de Laboratoria.Estoy escribiendo un libro —algo que me emociona muchísimo y de lo que pronto les contaré más, pues de hecho está inspirando en el tipo de reflexiones que tenemos en este newsletter 🤩—. Pero hoy no quiero hablar del tema o el resultado, sino del proceso de hacerlo. Esta es la primera iniciativa grande en mi carrera donde tengo a una inteligencia artificial como compañera de trabajo. Al sentarme a pensar, investigar y escribir, estoy descubriendo algunas lecciones valiosas que hoy quiero compartir porque creo que ilustran algo que trasciende este sueño personal: son un reflejo del tipo de reflexión crítica que debemos tener sobre el lugar que queremos que ocupe la IA en nuestros proyectos y logros.
Empiezo por lo bueno: ha sido maravilloso tener un asistente de investigación que celebra mis ideas, me nutre de nuevas perspectivas y trabaja a cualquier hora del día. ChatGPT es mi mano derecha. Me ha ahorrado decenas de horas de investigación, pues ahora con un simple buen prompt puedo reemplazar horas de búsqueda en Google recorriendo diversos sitios web para encontrar el argumento correcto. Si estoy trayendo un punto de vista y quiero complementarlo con la mirada de algún autor conocido, basta con pedirlo para tener la propuesta de cinco académicos premiados y el resumen de cada uno de sus libros. Si no estoy convencida con la solidez de un argumento, solo con pedirle feedback tengo diez sugerencias concretas de cómo hacerlo más fuerte. Lo que antes hubiese implicado pedirle el favor a personas experimentadas en el tema y adaptarme a sus tiempos, hoy se resuelve en un par de minutos.
Con todo lo poderoso de este proceso, tengo una nota de cautela: se me ha hecho muy evidente que el impacto de esta tecnología no sería el mismo si yo no tuviese ya un nivel de conocimiento y experiencia profundo en los temas de los que escribo. Puede sonar obvio, pero es importante aclararlo: la IA nos puede dar las ideas, pero estas por sí solas no hacen la diferencia. Sin nuestro criterio para saber aplicarlas, discernir entre cuáles valen la pena y cuáles no, y cuestionarlas cuando no hacen sentido, su valor se pierde. Esto es algo que me parece fundamental reconocer conforme pensamos en cómo adoptar esta tecnología en nuestros colegios, universidades y empresas: lo que nos devuelve una IA tiene que tener de donde agarrarse. El criterio y la experiencia son pre-requisito para sacarle provecho.
Ahora, paso a lo no tan bueno: si dejamos que nos reemplace en tareas que son valiosas, lo hará, y de pronto no nos reconoceremos en nuestras propias palabras. La ecuación perfectamente pudiese haber sido al revés: ChatGPT escribiendo un libro con mi ayuda. Seguro hubiese avanzado más rápido, e incluso pienso que tal vez estaría mejor redactado. ¿Pero podría llamarlo mi libro? Desde que empecé el proyecto me propuse escribir yo misma el 100% del texto. Cuando le di algún extracto para revisar dudas gramaticales, le tuve que dar instrucciones explícitas de que no me haga sugerencias sobre la redacción, pues cada vez que lo hacía, terminaba sonando distinto a mi voz.
Créanme que ha requerido mucha disciplina cumplir este compromiso. Ahora que estoy cerca a terminar el primer draft y algo cansada, la tentación de darle un par de bullets a ChatGPT y que me devuelva un par de páginas escritas es grande. ¿Pero podría firmar mi nombre? ¿Sería ético? Y sobre todo, ¿no eliminaría esto todo el valor de pasar por el proceso —siempre algo doloroso— de escribir un libro?
Y es que como la mayoría de cosas en la vida, el valor no está solo en el resultado. El camino que recorremos es parte central de nuestro aprendizaje y nuestra transformación. Mi crecimiento como escritora está en las noches donde tengo que darle infinitas vueltas a una historia para descifrar cómo contarla. En los libros que me tengo que leer completos para que sus ideas calen en mí. En el feedback real de seres humanos que se atreven a decirme qué le falta o qué le sobra a un capítulo. Si con la ayuda de una IA me salto todo esto, sin duda llegaré más rápido a la meta. Pero a la vez me pregunto, ¿habrá valido la pena el camino?
Estamos en las primeras etapas de un cambio de paradigma profundo —cosa que es un gran privilegio y también una gran responsabilidad poder vivir—. Creo que aún no hay respuestas correctas o incorrectas, pero si la urgente necesidad de navegar este proceso desde un lugar crítico, donde no solo respondamos a las tecnologías que se nos ponen por delante, pero hagamos el esfuerzo de decidir con conciencia qué lugar queremos darles en nuestras vidas.
Por ahora me comprometo a que aquí, en Travesías, no leerán nada escrito por ChatGPT.
Un abrazo,
Mariana




Gran reflexión Mari! Con ganas de leer ese libro que se viene!
Me encantó la reflexión! Y comparto que la IA es una gran herramienta para agilizar tareas, pero no cubre el corazón que una puede ponerle a las cosas. Muy ansiosa de leer ese libro, qué emoción!!